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Bauhau sencillez |
Del tiempo se ha hecho un programa, que se repite cientos de veces a lo largo del día. Te levantas y ahí tienes el mapa lleno de huevos fritos. De las inclemencias, se hace otro programa..., o varios. De las catástrofes, otros cuantos. Y de los encierros de San Fermín, un sinfín de réplicas: una hora antes de comenzar todo, ya están mareando la perdiz; más tarde, cuando salen a desfilar los toros, llega otro "momentazo", aseguran los presentadores; y después de correr los mozos, aparece la entrevista a algún pastor, a un corredor avezado…, sanitarios, miembros de Protección Civil... Primero a velocidad normal, luego a cámara lenta... Y al rato, más detalles: el asta del toro que roza la camisa del corredor, la curva de la calle Estafeta, la recta con los adoquines mojados... Nos quieren tener atados a la televisión. Programas para entretener a la sociedad del aburrimiento, tan vacía, entre los que nos cuelan la publicidad, la rentabilidad, contante y sonante, que nos venden como si fuera una ganga. Y dicen: -"Ahora unos cuantos consejos publicitarios. No se vayan". No me voy; he roto la tele. ¿Consejos de qué...? Me parece una falta de respeto. Nos toman por idiotas, mientras estos periodistas cobran unos sueldos de escándalo (pongan el nombre de cualquiera de ellos y lo comprobarán).
Luce un sol espléndido, que siempre trae
algo de desorden, sobre todo a la hora de comer, que es cuando el
astro rey se posa sobre la ropa tendida como una avispa cojonera y también en
la gorra de los jornaleros en la hora del tentempié, que se reduce a
un trozo de tortilla española, ahora que tanto se debate si con
cebolla o sin ella, acompañado de un cacho de pan que hace las veces de plato,
sin mesa, a pie de obra, en el tajo, porque en estos tiempos tan revueltos
igual se construye un edificio que se hunde un puente, o se prepara una
guerra, en tanto que los de la galbana van quitándole la ropa a
la Constitución del 78 para hacerse una foto junto a ella antes de
que la conviertan en una lista de promesas incumplidas, algo así como la lista
de la compra, cuando no en la vedette de las próximas
elecciones, que se pasa la campaña bailando el cancán (o can-can para los
afrancesados) o una sardana, porque todo dependerá de lo que exijan los
nacionalismos o.., el dinero, que suele ser el dueño del music hall..., vamos,
del bochornoso espectáculo.
Seguimos en la misa diaria como redención
y utilizando el circo sagrado para que el momento del perdón no quede tan
vulgar. Del románico al gótico, mientras vamos desfilando por la nave de cruz
latina como si desfilásemos en la Pasarela Cibeles, pero, eso sí, en trance,
con el gesto serio, rotundo, entre dramático y enverado, teatralizando de nuevo
la fascinación por las formas, aunque, al estar la acción tan lejos de la
mística y de la luz de las vidrieras, la cosa queda algo folletinesca
y el argumento chirría por todos sitios, por lo que deja de
ser verosímil.
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Ilustraciones, vectores y Clipart |
La cotidianeidad transcurre entre unos colectivos muy calderonianos y aquellos otros que van por libre, sin oficinas que los controlen, que es donde verdaderamente se realiza el individuo. En el día a día vamos comprobando cómo lo eterno es poco frecuentado mientras que en una simple esquina, de sopetón y sin que nos lo esperemos, nos puede aparecer un influencers o un prestidigitador, incluso un monologuista, y meternos un rollo de aquí te espero acerca de una batidora o sobre el monopatín...y dejarnos petrificados, quizás porque lo de ir por libre de siempre tuvo muy buena acogida por parte de ese personal al que le gusta tirarse el moco y también porque, como dicen los jóvenes de hoy, “lo único urgente es vivir”, o sea, disfrutar, señores, ya que lo otro, ya sea Calderón de la Barca o el Anillo de los Nibelungos a la hora de la siesta …, pues como que no…, porque estos folletines son más adecuados para las marquesas del té de media tarde o para cuando las señoras vienen de darle el paseo diario al abrigo de visón, que lo hacen como si sacarán a la perrita, porque, como sabemos, todo tiene sus tiempos..., sobre todo aquello que tiene "pelo".
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Copa árbol Sale de Canopy |
Y es que, en este juego existencial, todavía nos seguimos moviendo entre la fe y el arte, siempre tan invisibles, sin que por el momento hayamos obtenido respuesta alguna
a todas las preguntas que nos hemos ido haciendo. Lo que sí parece quedar claro es que la gran incógnita no es otra que
la creación, la misma que nos tiene tan confundidos, pues no sabemos si fue antes la gallina o el huevo. Pero, cuando cruzamos a la
acera de enfrente y vemos a toda una hilera de árboles elevándose hacia los cielos en busca de la verdad..., sin necesidad de reverencias ni pedirle permiso a nadie..., es el momento en el que empezamos a dudar de la doctrina. Y es que los árboles también son del ramo de "los que van por libre"... Es más, si nos detenemos en su dinámica natural, vemos cómo se visten con cuatro hojas (bueno, cuatro o cuatro mil...) y con ellas se hacen un majestuoso vestido verde, que coronan en una copa donde siempre ponen la sabiduría, la misma que está conectada con las raíces y con los demás seres vivos. Ver para creer. Por contra, nosotros, nada más pisar tierra, nos llenamos de confusión y de dudas. Y para no caer en la tentación, nos colocamos la pajarita, o la corbata, quizás el sombrero…, y sacamos de la chistera todo un mundo de falsas apariencias, hasta que decidimos ponerle un nombre al supuesto creador…, no porque deseemos
saber quién es, sino porque necesitamos bautizar lo desconocido. Y ya está montado el lío... Con la fácil que sería reconocer que "lo esencial es invisible a los ojos" (Antoine de Saint Exupèry/ "El Principito") y que es en la
sencillez de las formas es donde se esconde la belleza.
No voy a llevar a arreglar la tele, ni me voy a comprar otra. Me he subido a la copa de un árbol, como Tarzán.
2 Comentarios
Muy bueno
ResponderEliminar¡Buenísimo Celín!
ResponderEliminarY muy bien hecho… no arregles la tele. Tienes mucho más que ver subido en la copa del pino.
Jajaja