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| Cántico Espiritual |
Paz y silencio. El único que habla es el Rey, con esas
palabras sacadas del congelador, que siempre se quedan flotando
en el aire. Hoy los periódicos, cada uno a su manera, recogen cómo ha sido el
vuelo de ese discurso por los cielos de la península, incluso de las islas,
tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo. No desean que el asiento de la
silla deje de estar caliente. La prensa es la compañera fiel. Por eso el
papel huele de manera distinta, a pesar del olor intenso del café, cuando leemos,
o mejor dicho, cuando leíamos, porque toda esa tinta huele a rancio. Hay que
esperar a que hablen los obispos y…, por supuesto, el dinero, que es el que
tiene la oratoria más cínica.
El sol de la mañana se posa sobre el mantel blanco de
hilo con bordados que está ya tendido en la terraza. El mantel como campo de
batalla de la cena de anoche, que también guarda silencio, tanto de los
preámbulos como del griterío en los postres, momento en el que el alcohol ya
iba haciendo de las suyas. Sonaban las voces del pasado, los cláxones de la
herencia y el susurro fino del "cuñao", que siempre suele llevarse
una gran mujer, que no habla para que la noche discurra en perfecta armonía. El
cordero también en silencio y no digamos el marisco, con morriña de su mar
Cantábrico, de su “pulpo a feira”, o de esas "filloas" en los finales
de la cena, flambeadas con el candil de la noche que era la hora en la que
también comenzaban a flambearse los cuerpos a medida
que aparecía el sexo, que es un lenguaje mucho más encendido que el de
los discursos escritos por esos plumillas de encargo, que hacen de negros, como
pasa en las homilías, en la religión, que los discursos son fríos y
repetitivos, y faltos de poesía, ya que la poesía no es la rima, sino la luz.
Hace una mañana soleada y tranquila lejos
de la confusión y el alboroto y las prisas de ayer. Hemos pasado de la mística
a la sauna, a quedarnos un rato pensando tirados en el sofá como morsas
mientras se oye la aspiradora del vecino de arriba, que anda desempolvando el
siglo o el año, que ya va por el noveno mes. El mundo no se recupera en una
cena, porque una cena, como mucho, da para un cuadro.
Lo que está claro es que hay “presente”
para largo, si no lo derramamos con esta decadencia siglo XXI, que se ha
quedado en cuatro colores, algo de nostalgia y poca historia. Suspenso en
Historia. El mundo se puso anoche angelical y esta mañana vuelve a ser salvaje.
Estamos quedándonos en el estribillo de la canción del futuro y, por mucho que
insistimos, no logramos aprendernos la letra. La música es sencilla:
un tres por cuatro, clave de Sol y una sucesión de mañanas. Y,
después de hacer gárgaras, a cantar… Pero sólo nos sale el “lo,lo,lo…, lo,lo,
lo.lo..”, que no está mal, sobre todo si juega La Roja, pero,
hombre, estaría mucho mejor si tuviéramos una letra más acorde con Cántico
Espiritual, de San Juan de la Cruz, escrito en octavas, sobre
todo porque en esa obra dice que si nos arrojamos al vacío, en vez de caer,
subimos…, algo muy surrealista, y, oyes, tal y como está el patio, pues que no
viene mal meter en la letra algo de surrealismo o de utopía, que es la que
siempre viene a salvar al mundo, porque con ella soñamos de otro modo,
con ese anhelo que palpita entre el malestar y el presente, que es
justamente donde se comienza a vislumbrar una vida más bella, al costado de la
naturaleza.
Esta tarde toca planchar el mantel.


1 Comentarios
Buenísimo!!
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