SE ME HA PASADO EL DÍA VOLANDO


                                        




Cuando afirmamos eso de que “se me ha pasado el día volando”, lo que estamos afirmando es nuestra fugacidad, porque el que realmente vuela es el tiempo, y no nosotros. Para volar, hay que sumergirse en un mundo lleno de emociones, que son las únicas que pueden conseguir que nos olvidemos del tiempo, cronometrado por ese reloj humano que llevamos incorporado. Igual sucede con esa otra frase que dice ”las estrellas son fugaces”, cuando sabemos que las que se quedarán serán las estrellas y que, los fugaces, los que se irán, somos nosotros. Estamos de paso, así que debemos de agrandar la zancada y brincar más allá, cruzar la línea, romper el orden…, y echarnos en manos de la improvisación, dispuestos a jugar un partido de esos que jamás se olvidan…, un duelo entre el placer y las sensaciones. A eso le llamo yo vivir. Lo otro, pasarnos el día sentados a esperar a ver qué viene… La rutina/ae trae mucha desidia, por aquello de que la vida es una repetición del ayer.

Muchas veces pasamos el día chupando la punta del lápiz, que es una cosa de buen poeta. Pero la vida no suele variar mucho. Y los libros no  aportan tramas nuevas todos los días. En cuanto al cine, tampoco está  para echar cohetes. Así que lo mejor es inventarse un proyecto de vida, un teatrillo que nos tenga entretenidos unas horas, pero con sustancia, dirigido sabiamente por algún amigo cómico, que son los más inteligentes, y no por uno de esos otros que se han echado en manos del dinero y de las influencias, porque el dinero, al igual que el amor o el oro, no se pueden ocultar, puues, como piensa el  “gremio del lingote”, la inteligencia no sirve para nada.

Al final, lo único que nos queda es hacer cada uno lo que humildemente sabe. Como sucede en la obra de Dante Alighieri, cuando el Maestro Guido dice: -“escribe, escribe”. Y se da cuenta de que, para que el destino no le arrebate el recuerdo de su adorable Beatrice, lo que debe hacer es escribir, sin prisas, paso a paso, verdso a verso… Años después, todas esas líneas..., esos poemas,  desembocan en una gran obra, que no es otra que la Divina Comedia, o sea un canto a la LUZ, a esa luz que nos permite recorrer todo el laberinto interior que nos conforma, esa riqueza íntegra que nos define, esa mutación del hombre llena de refugios donde se fabrican ideas, razones, equívocos.., pero que siempre está hirviendo, salvándonos de caer al precipicio de la nada, de olvidar la voz, la palabra… En resumidas cuentas, esa linterna mágica, que no es otra que la linterna de los sueños. Soñemos. Sigamos soñando, mientras el tiempo vuela, que es una canción de Los Pequeniques.

 







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