Llega el lunes y octubre se adentra en ese
otoño variopinto, entre pinares, donde los venados están a punto de comenzar con la berrea y los hongos entran a la sala de maquillaje antes de que lleguen Los Siete Enanitos de la
Disney y comience el rodaje. A Blanca Nieves la han llamado los de producción ya tres veces. Anda por el bosque con el novio, que ha huido del casting. No lo han cogido por ser demasiado guapo. El director quiere un príncipe que sea mono, o cuqui, pero sin que llegue a ser llamativo de una manera insultante. Pero los que berrean de verdad son los
políticos, o la merluza, que la han vuelto a subir, también el
pollo, que estaba de vacaciones en Benidorm y lo han puesto por las nubes,
cuando un pollo, que yo sepa, no coge el vuelo tan fácil. Algunos alimentos han
optado por esconderse en alguna procesión o en las despedidas de soltero, que
son orgías disfrazadas de espectáculos circenses para que no se note de lo que va todo aquello. Se organiza una orgía horas antes de que llegue la bendición de los contrayentes.
Se van los guiris, que se
han dejado las gafas de sol en las hamacas para cuando llegue el buen tiempo, y las ideas "súper guay", porque toca volver al tajo, que no al Tajo. La vida tira de ironía, mientras
ponen de oferta la tranquilidad y el confort, que sale a subasta en Internet cada
dos por tres para ver si alguno pica y
le da por irse con la amante a las Maldivas, dejándole a su señora una nota
sobre la mesa del salón en la que dice "estoy de viaje de negocios". Luego vienen
los pagos con la VISA al buzón y…, el divorcio. Las familias que se constituyen sobre una cartilla de
ahorros aguantan más tiempo que las que se hacen sobre una Mastercard, porque ésta es muy chismosa. Por eso es más conveniente viajar todos juntos a la Ribeira Sacra, entre el sur de Lugo y el
norte de Orense, con ese verde fosforito de los prados, que suele unir bastante a los
contrayentes y a la prole, aunque últimamente le han añadido algún que otro cero al precio y la cosa se ha puesto prohibitiva para la clase media. Y así es muy difícil viajar y
entrar en trance a pesar de la cercanía de Santiago y del año Jacobeo, que será
en 2027, aunque lo mejor para entrar en trance quizás sea ponerse a escuchar Claro de Luna en medio del salón de la
casa rural mirando las vistas del valle. Eso sí, sin ponerse misericordioso. Para
eso, sólo hay que esperar a que entre un rayo de luz por la ventana. Pasa entre
nube y nube; también entre hoja y hoja, puesto que la luz nos lleva de la mano
a la esencia de las cosas.
El frescor de la mañana choca contra
las sábanas que están tendidas al aire libre. Entre ellas se filtra una luz
maravillosa. El sol canta en los tejados y la carne se pone tibia. Suenan las
campanas. La actualidad ha pasado de la
prosa rancia a la poesía. El mundo pasa la hoja del calendario,
hecho de tiempo y memoria, por donde también circula la fe, el horóscopo, los
santos y los arcángeles, porque el calendario es una larga lista de nombres y
de negocios que abren todos los días del año. Cuando nos es el día de los
Ángeles Custodios, es el de San Atilano, que fue ayer; y del domingo de
Pentecostés pasamos a Nuestra Señora del Rosario. El calendario es una reseña o
guía de la memoria de la iglesia y un mapa de un parque temático para que no
nos perdamos entre tantos beatos. Tiene oferta todos los días y entradas,
incluso llaveros de propaganda para abrir las puertas del cielo.
La vida sabe a sal y huele a sueños, a
sueños perdidos que vuelven estos días en la tranquilidad de la chimenea,
cuando miramos la lumbre, que arde sin tregua. Sentados alrededor de las brasas
siempre se nos escapa algún gesto y alguna que otra mirada hacia el cielo, a
través de la chimenea. El fuego nos hace recordar, pero también olvidar, ese
olvido tan necesario para seguir con la vida, que no es más que un soplo. La
ignorancia es casi un oficio que trabaja a ciegas para producir
felicidad. Una manera de hacer que esto sea más llevadero. Los esquemas
tienen muy buena acogida y por eso los seguimos reproduciendo.
Octubre trae una fina brisa que se enreda
en los corazones cuando la tarde cae como un pañuelo sobre los tejados. Los
pájaros regresan a sus nidos y las sombras se suben por las paredes. Cada
espacio tiene sus huellas. Llegada la noche, lamemos la boca de la botella
consagrada y, entre trago y trago, saciamos la soledad. Luego
nos vamos al baño y nos hacemos confidentes de los botones de la bragueta. De
paso…, nos miramos en el espejo: de frente, de perfil...
Somos los ángeles de la noche, ahora convertidos en fantasmas. Lo peor es que
después, cuando acabe la fiesta, nos tocará cargar con la réplica, con ese
fanfarrón que llevamos dentro. Y dormir con él. Pero hasta que lleguemos a
casa, todavía queda mecha y tenemos que seguir andando bajo la noche
estrellada, momento en el que la conciencia saca la verdad de nuestros
bolsillos. Y llega la lágrima, el desconsuelo... Como ya dijera Simenon
"escribir no es una profesión, sino una vocación para la
infidelidad".
Somos intimidad, hipotéticos corazones,
juguetes..., marionetas pendientes de un cordón umbilical, de un hilo, que no
es otro que el tiempo, a merced del cual quedamos. Me faltan horas y me sobra
espacio. Pensándolo fríamente, y citando a José Luis Borau, “A un
hombre como yo nunca le hubiera dado el aspecto que tengo”. Cosas
de la traza: una, la que lleva todo el peso de la ficción; la otra, la que
bulle, la que galopa entre relinchos y dudas para llegar puntual a este
cuento tan maravilloso, tan dramático y tan contradictorio que es la vida,
porque la vida…, o esta bandeja donde nos han servido la vida, no es más que un
trozo de hojalata en manos de seis u ocho camareros de pacotilla, que van
sirviendo los guisquises a los asistentes al simposio,
repleto de petulantes que se yerguen ante el continuo desfile de gallinas
a punto de poner el huevo. Un corral en bandeja, eso es la vida.
Los guiris que se van; los de la flotilla...,
que tienen más ovarios que toda Europa junta, han venido solo la mitad, después de firmar un papel; la lluvia ha sido requerida para que le dé algo de glamour al desfile del Día
de la Hispanidad y ha dicho que no va a asistir, ya que no le han pagado
los atrasos, y la ha tenido que sustituir con urgencia Gloria Estefan, que va a poner algo de
calor y de música, en esa voluntad de refrendar la Historia; el día de Pili, (el de Mili y Panza Pelá es otro día y en otro mes, creo), que está al caer, aterrizará en el aereopuerto de Zaragoza el 12 de octubre, mientras los zaragozanos siguen acentuando todas las sílabas de esa ciudad, sin necesidad de cantar una jota; en curso tenemos La Fashion Week de Milán, a la que no acudirá Schiaparelli, ya que siempre va por su cuenta; y..., la que sí llegará, y así se ha confirmado,
será la trashumancia, como todos los años, prevista para el 19 de octubre, que, atravesará La Castellana, además de otras servidumbres de paso, calles y avenidas, con 1400
ovejas merinas balando hasta el Consistorio Municipal, donde los pastores pagarán un
tributo de 50 maravedíes por cada millar de ovejas. Así está escrito y así se
hará para cumplir con la costumbre y con la Concordia de 1418 (espero que los mayorales no se olviden de pedir un resguardo de la cantidad abonada, no vaya a ser que...).
Como ven, un otoño a la carta, con sus colores y su
impresionante paisaje escénico, y con esos momentos tan esperados para "volver a
empezar", como el título de la película de José Luis Garci, que se llevó un Oscar
en 1982. Un mes repleto de melancolía, de una luz que tiembla ante los grises y
de un bolígrafo que también tiembla cuando te escribo. O cuando os escribo.
Hasta otra y que tengáis un buen día.
"Si alguna vez dejáis de hablar y no sabéis cómo regresar, mandarme una canción" (BEGIN AGAIN, película del 2013, dirigida por John Carney, con Mark Ruffalo y Keira Knightley).



2 Comentarios
¡Buenísimo, impresionante,…!
ResponderEliminarFrases repletas de verdad
Gracias por tanto Celín
Qué bien escribes 👏
ResponderEliminar